miércoles, 21 de noviembre de 2007

Vecinos, la función está por comenzar!

Patricios es un pueblo que renació gracias al teatro. Pero la sala donde se desarrolla la obra no tiene escenario, ni palcos, ni butacas. Sus calles son de tierra y los seis kilómetros de camino que separan al pueblo de la ruta nacional número 5, también. Los actores de la obra no viven en mansiones lujosas; sus casas son bajas y de material rústico sin revestimiento. Las puertas están abiertas, y los gajos de las cortinas de telas coloridas se balancean de adentro hacia fuera, y vuelven a entrar. En el patio de sus casas, no hay macetas ni enanos de jardín; hay gallinas, chanchos y terneros. Dos veces por semana se reúnen para ensayar la obra y el punto de encuentro es la vieja estación de la línea ferroviaria del Belgrano Sur. Pero por Patricios el tren ya no pasa, ahora pasan los actores.

Patricios es un pueblo de 600 habitantes. Pertenece a la localidad de 9 de Julio, y es uno de los tantos lugares que han recobrado su identidad gracias al teatro comunitario. Como la mayoría de los grupos que producen este tipo de prácticas artísticas y colectivas, la agrupación Patricios Unido de Pie surgió en el año 2002. La crisis política, económica y social por la que atravesó el pueblo argentino durante esos años, fundó la condiciones necesarias para que los vecinos de distintos barrios comenzaran a crear vínculos solidarios, y muchas de las asambleas vecinales que nacieron con ese fin encontraron en el teatro una herramienta de transformación social, que les brindaba la posibilidad de integración y los salvaba de morir en el individualismo de crisis. Así fue como muchos de estos vecinos que en el 2002 se reunían a protestar al ritmo de las cacerolas, cobraban patacones y concurrían a las ferias de trueques, hoy están ensayando su próxima obra.

Este tipo de teatro tiene características bien particulares que lo diferencian de otras experiencias artísticas. Aparte de su amateurismo, el teatro comunitario tiene una propuesta que lo define como tal. Su objetivo crear vínculos de integración en la sociedad, y recuperar las historias de los lugares de donde surgen. Es una forma de comunicación que se gesta en el seno de la cohesión social, la integración y la resistencia. Estos grupos se caracterizan por estar formados por vecinos de un barrio, y la temática de sus obras está basada en historias y conflictos reales de cada lugar. “Para entender lo que es el teatro comunitario, hay que verlo, hay hacerlo y hay que sentirlo”, afirma Mabel Hayes, coordinadora del grupo Patricios Unidos de Pie.

Los vecinos que participan del teatro comunitario asumen un compromiso que trasciende la obligación de ofrecer una buena actuación al público. Ellos están asumiendo un rol social que es el de trasmitir la historia de su comunidad a los demás que la integran, o al público que, sin compartir el lugar de pertenencia, se acerca a la plaza, a la estación o la calle para verlos. Son historias fundantes que han marcado y distinguido el lugar. En la obra “Nuestros Recuerdos”, los vecinos de Patricios cuentan la historia de ese pueblito que se fue formando alrededor de la estación del ferrocarril. En las décadas del 50 y 60, vivían seis mil los habitantes. Muchos eran empleados de los talleres del tren, otros eran maquinistas, pero para ese entonces Patricios también tenía otras posibilidades: había un cine, restaurantes y bares. Otros tantos, viajaban en tren todos los días a 9 de Julio para trabajar allí. Pero en 1961, el presidente Arturo Frondizi aplicó el Plan Larkin que decretó la reducción de la explotación ferroviaria, y en pos de desarrollismo, progresivamente las estaciones de menos tráfico fueron desapareciendo. En el año 1977 Patricios vio pasar el último tren. Una década más tarde, sólo quedaban 600 habitantes en ese lugar. Además de dar a conocer su historia, los vecinos de Patricios encontraron en el teatro la posibilidad de crear esos vínculos que se habían ido con el último tren. “El pueblo renació, ya no estamos sumergidos en el letargo de años atrás”, afirma Teodora Menéndez, integrante del grupo de teatro.

El teatro: una herramienta de transformación
Según los registros de la Red Nacional de Teatro comunitario, son cerca de cuarenta las agrupaciones vecinales que llevan adelante actividades artísticas con fines sociales. Veinte tres de ellas nacieron entre el 2001 y el 2004. Durante esos años, los vecinos experimentaron la necesidad de agruparse y crear vínculos solidarios, y encontraron en el teatro una herramienta de creación colectiva. Estos vecinos – actores, buscan recuperar historias del barrio que habían quedado en el olvido, y a través del arte de actuar, poder construir vínculos de identidad y concientización. Esta cultura popular se gesta en la voluntad colectiva de cada uno de los integrantes, que hacen del teatro un medio de resistencia y cambio. “La transformación comienza a gestarse en el propio vecino que se acerca al grupo para participar. En ese mismo instante deja de ser un mero consumidor de la cultura que el sistema le ofrece, para convertirse él mismo en un productor de cultura. Hay que entender al arte como un derecho de todos”, afirma Marcelo Rovera, coordinador del grupo de teatro comunitario Desde el Pie. Y agrega, “Durante períodos de crisis y conflictos sociales, el vecino deja de ser “el de al lado” o “el de enfrente”, para convertirse en el tipo que esta pasando por lo mismo que yo. Este es el puntapié inicial para que surjan agrupaciones comunitarias y tender lazos de identidad colectiva para llevar ese mensaje a los demás”.

La mayoría de las agrupaciones han ido sumando integrantes a su propuesta en los últimos años. Esto se debe a la difusión de sus actividades a través de medios de comunicación o por el comentario boca a boca de aquellos vecinos que se sorprenden cuando encuentran un grupo de teatro contando su historia en algún rincón del barrio. “La convocatoria a participar de la actividad es masiva: no importa la edad, el sexo, ni la religión. Tampoco es necesario que tengan experiencia ni dotes acotarles. El único requisito es que asuman el compromiso que la comunidad nos demanda”, alentó al publico Liliana Vázquez, directora del grupo Los Villurqueros, al finalizar su obra en el parque del museo Cornelio Saavedra.

Sin embargo, no todos los grupos han experimentado este auge en los últimos años. El caso del grupo de teatro Desde el Pie, es la excepción a la regla. Este grupo, surge en el año 2003 gracias a la voluntad de un grupo vecinos de Vicente López que con las cacerolas abolladas, encontraron en el teatro la forma de consolidar una identidad colectiva que se había diluido en el individualismo. El centro cultural cobró vida, el grupo de teatro llegó a contar con la participación de sesenta vecinos. “Nos unimos con la intención de hacer, de producir, de crear. Algunos, los que podían, encontraron la salida a la crisis en Ezeiza. Nosotros nos propusimos encontrarla más cerca: en nuestro centro cultural”, asintió Mirta Varla, vecina – actriz de Vicente López.

Desde el Pie, tuvo una particularidad que lo diferenció del resto de los grupos. Nació en una zona de mayor adquisición económica que las demás agrupaciones. Los integrantes, es su mayoría miembros de la clase media, que al igual que en las demás experiencias, habían sentido la defraudación del gobierno nacional, comenzaron a formar asambleas a compás del “Que se vayan todos”. Pero en el 2005, sintieron que la debacle social había cesado y que la estabilidad económica había vuelto a sus hogares. Así fue como en dos años, sólo quedaron ocho de los sesenta integrantes. La única actividad que sigue funcionado – “y a media asta”, confiesa Marcelo – es el teatro comunitario.

Los pioneros
El grupo Catalinas Sur es considerando el padre del teatro comunitario. Este grupo nace en el barrio porteño de La Boca, en el año 1983, cuando aún regía el poder del gobierno militar. La propuesta inicial fue reconstruir las redes solidarias que se habían desquebrajado durante los siete años de dictadura. Invitaban a los vecinos que vivían en el condominio Catalinas Sur, a que salieran de sus hogares para recuperar el espacio público perdido. Inicialmente, los talleres de teatro estaban organizados por la cooperadora de la escuela, pero el intendente del gobierno de facto, Osvaldo Cacciatore, prohibió a la mutual que continuara con el desarrollo de actividades comunitarias. Por este motivo, los organizadores trasladaron los talleres al aire libre y convocaron a Adherir Bianchi, actual director de Catalinas Sur, para coordinar el taller de teatro. Él afirma que la estructura del barrio facilitó la comunicación de los vecinos, ya que los edificios dan a un patio central en el que se hacían las reuniones. La propuesta fue que los vecinos comenzaran a producir arte desde el barrio y para el barrio.

En el año 2001, mientras comenzaban a surgir las nuevas agrupaciones de teatro comunitario, Catalinas Sur logró comprar el galpón en el que hoy desarrollan sus actividades. Actualmente cuenta con la participación de 300 vecinos – actores. Sus obras recuperan las historias de los inmigrantes que llegaron a nuestro país desde distintos lugares de Europa, dándole una gran importancia al valor de la diversidad cultural.

Catalinas Sur, además de ofrecer sus obras en el galpón de la calle Benito Pérez Galdós, recorre el país contando su historia y compartiendo su experiencia con otros grupos de arte comunitario.

La Red Nacional de Teatro Comunitario
Ante la necesidad de compartir con los demás las experiencias de cada grupo, como así también, de difundir este tipo de prácticas sociales, surgió la Red Nacional de Teatros Comunitarios, con el objetivo de nuclear las distintas agrupaciones y compartir sus creaciones. La irrupción de los nuevos grupos, despertó en los más antiguos el deseo de transmitirles sus vivenvias y fomentar la actividad. La Red está integrada por 38 agrupaciones, y se reúnen el primer jueves de cada mes en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Allí concurren los directores de cada agrupación y se organizan encuentros nacionales, seminarios y cursos de perfeccionamientos para los profesores de los talleres. La Red difunde la propuesta de crear agrupaciones comunitarias que recuperen la memoria del pueblo para poder construir un futuro mejor, más equitativo, más solidario. “Se trabaja desde las bases de la sociedad en pos de que el arte sea considerado una forma de expresión al que todos tienen el derecho de acceder, y desde allí, poder transformar el mundo en el que vivimos”- sostiene Teodora Vázquez – “Hay que subirse al tren del arte, y hacerlo andar”.


Daiana Trujillo

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